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Alzo el vuelo

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Alzo el vuelo Me dueles, te dueles, ¿qué duele?. Me sientes, lo sientes, se siente. Volar, volar, volar. Te ausentas, mi ausencia me ausenta. Te tienes, me tengo, ¿qué tengo? ¿qué invento?. Volar, volar, volar Me sueñas, yo sueño, me sueño. Te pienso, tú piensas, si piensas, revientas. Volar, volar, volar

Una nueva vida para Tadeo

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Una nueva vida para Tadeo Tadeo quería ser asesino en serie, pero la vida no le va a dejar porque hay un mejor plan para él. Aquella residencia era su mundo; un mundo con bastante color que él veía gris y en el que, para encajar, se había disfrazado de matón. El padre que no tenía le dejó una marca de ausencia. La madre a la que apenas veía le dejó otra marca, la de la indiferencia. La casa con la que soñaba le dejó una estela de falta de hospitalidad que manifestaba con palabras malsonantes e improperios y con órdenes a los más débiles. Miraba a los buenos con envidia que disfrazaba de orgullo del malo, pero -cuando nadie le veía, como les pasa a todos los malos- anhelaba un abrazo y unas palabras de aliento como el que más. Sembró cierto miedo y mostró a niños maleables una cara fea de la infancia. Esa cara de “es mío, devuélvemelo”, “tú qué vas a saber”, “no me interesa lo que me tengas que decir”, “estoy de vuelta de todo…” Esa es la pena. El mal e...

Hasta la luna... y vuelta

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Hasta la luna... y vuelta Ella, a veces, también cuenta cuentos. Los cuenta, pero a mí me gusta decir que "me" los cuenta. Éste es de una liebre mamá y una liebre hija. Como ella y yo. Lee muy bien. Le gusta leer bien. Lee con entonación y dice "yo te quiero de aquí a la luna... y vuelta" y en el "y vuelta" le pone un énfasis especial. Me dice que el narrador debe leer con más entonación. Quiere ser profesora de infantil, así que tiene que aprender a leer a los niños de forma que les guste: "porque si no, no me van a hacer caso...". Pone énfasis en las frases, y cuando habla la liebre pequeña se distingue perfectamente que ella es pequeña y la madre es grande. - "No le pongo voz de pequeña... es que la liebre es pequeña". Sus eses son muy sonoras. La niña es muy de Madrid... Y su voz es verdaderamente dulce. Estoy convencida de que le sale directamente del corazón. La liebre y su madre siguen viviendo ave...

Se miraban a los ojos...

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Se miraban a los ojos … …y escribían. Primero uno. Luego el otro. Mientras uno ponía toda la dedicación en su turno correspondiente, el otro esperaba paciente. No era una espera pasiva. Había observación, complicidad, compartir el momento. Era como si, incluso sin saber qué palabras estaba utilizando el compañero, fuera partícipe de ellas. Una suerte de telepatía oculta. Había juego infantil en sus miradas. En sus frases. La expresión escrita trascendía a las personas y creaba un tipo de relación espiritual. “Entre montañas que siguen siendo nuestras, el gigante desafía” La magia era, sin duda, la inocencia de no saber lo que estaba pasando, lo que se estaba construyendo. Parecía un relato más, intrascendente, inofensivo... pero en común. Eso es lo que lo hizo diferente y único. No sabían retórica, ni técnica literaria, ni recursos estilísticos. Sentían lo que se decía y cómo se decía. Sentían el entorno, las vivencias compartidas… y todo aque...

Mi querida Ñ

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Mi querida Ñ Me encantaba, en mis viajes infantiles, que mi madre nos enseñara canciones. Era divertido, entretenido y muy enriquecedor. Por la música, por supuesto, pero más por la forma en que ella lo hacía. Una muñeira, una sevillana, una en euskera, ahora en catalán... sin faltar canciones en francés, italiano o alemán. El mio Xuan miróme díxome: galana ¡qué guapina tas!. Y esa gitana, y esa gitana y esa gitana… Se conquista bailando por sevillanas. Haurtxo polita sehaskan dago, zapi xuritan. O Tannenbaum o Tannenbaum wie treu sind deine Blätter!. Quin dolç cant, tot plovent per terres i els teulats. Incluso en latín, porque quien a sus antepasados parece, honra merece. Gaudeamus igitur iuvenes dum sumus. Así lo hacía con sus hijos, como también con sus alumnos. Enseñando a toda una generación y parte de otra, la variedad que ofrece el folklore popular; la tolerancia que subyace en el folklore popular. Me encanta el concep...

Un juego de niños

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Todos los muñecos están dentro de la caja. Perfectamente ordenados. Cuando acaba de jugar los deja colocados para encontrarlos al día siguiente. Los manda a dormir. Están cansados tras un largo día. Y, de noche, todo es silencio. Coloca las camitas y, a su lado, pequeños despertadores.  Por la mañana abre la caja y, una vez despiertos y desperezados, se inventa para ellos interesantes historias.  Los saca de paseo, los junta, lo separa, les añade muñecos en versión pequeña y los lleva a guarderías, escuelas, universidades... Ya veremos cómo acaba la historia que crea con ingenio para cada uno. Le encantan las sorpresas.  Los agrupa por colores, por familias, por razas...porque, aunque se compran por separado, cree que pegan mejor en grupo. Es como si estuvieran más ordenaditos entre iguales. Alguna vez que juega a mezclarlos salen chispas. Se inventa reyertas en las que hay espadas y cañones. Y alguno de ellos cae al suelo... Malherido. Le...