Pura proteína




Los huevos están alineados en sus cajas de cartón y las cajas de cartón colocadas en los lineales de los supermercados. Los huevos son idénticos, sin pasado, creados de la nada o por ordenador. Y reposan en sus cubículos al lado de sus gemelos. Ni restos de la gallina.

Así son los huevos. De tez tostada o blanquitos, con toda su esencia y su proteína dentro.

Nada muy distinto de nosotros, los seres, los humanos. Cogemos varios huevos y los juntamos y, de entes distintos, hacemos un solo ente con personalidad y rasgos propios, de tez tostada o blanquita, como los huevos miméticos.

Pero un día llega una caja de huevos diferente y ella, que sabe mirar siempre más allá, ve que esos huevos también son diferentes: rosados, azulados, marroncitos... únicos entre sí.

Y te preguntas si eso era. Que la esencia ha aflorado para que la reconozcas.

Pues, como las cosas son así, con esos huevos maravillosos y únicos he hecho una tortilla con orégano y sal, la he repartido en cuatro bocadillos y fin de la historia.

Estaba rico.

Manda... huevos. ¡Claro está!.

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