Me lavo con agua clara y Dios pone lo demás

 

 

Cumplo 5

Quiero ponerme el disfraz de princesa rosa para mi fiesta porque quiero estar guapa en mi fiesta. Quiero una tarta rosa. Que Carola, Anita y Luci vengan a mi fiesta y se pongan las coronas. En mi fiesta quiero que haya globos y chuches. Lo voy a pasar chupi en mi fiesta. Los abuelos vienen a mi fiesta.

Cumplo 10

¡Me he aprendido a hacer la raya del pelo casi recta! He practicado un montón. No me gustan mis orejas ni mi nariz. Me gustaría tener los ojos azules como Carola. Carola es la niña más guapa de clase.

He invitado a mis amigas a celebrar mi cumpleaños: haremos un taller de cupcakes y luego una competición de just dance. Carola es la niña que mejor baila.

Cumplo 15

Tengo un par de granos que me van a fastidiar mi mejor noche. Siempre me sale uno en la nariz "por infeliz" los días clave. También me he encontrado algunos puntos negros. Sabía que había agujeros negros, pero no puntos negros en la cara. Me lo dijo Carola, que va a una esteticién, dice ella, esteticista, dice mamá, a que le haga limpiezas de cara y esas cosas. Así que en mi fiesta de cumpleaños voy a ser más paella que "niña bonita" y menos alegre que Carola en su fiesta de cumpleaños de los 15.

Pero tengo el pelo más largo y bonito que el de Carola.

Cumplo 20

Mamá me ha regalado unas cremas. En el anuncio dice "primeros signos del envejecimiento". No combinan yo=vieja. Eso nunca va a pasar. 

El contorno de ojos dice que yo ya lo tengo que empezar a usar. Lo dice mi madre y lo dice la caja de la mini-crema. Pero me va a dar pereza. Ni siquiera me desmaquillo antes de irme a la cama cuando estoy muy cansada. ¡Como para ponerme otra historia!

“Y bebe mucha agua”. Ese es otro clásico de mami. Y a mí… se me olvida.

Me río mucho, así que tengo unas pequeñas arruguitas que aparecen, traicioneras, sobre todo cuando lo hago a carcajadas. Pero, magia borrás, desaparecen y como si nada hubiera pasado si cambio el gesto. Falsa alarma. No hay de qué preocuparse.

Cumplo 25

He cambiado mi estilo. He aprendido mucho mirando Instagram. Ahora sé lo que me favorece y, sin ir rabiosamente a la moda, tengo un estilo propio pero moderno. Suerte heredar la mata de pelo de la abuela que me permite hacer una y mil virguerías con él: trenza, coleta informal, suelto liso, suelto con rizo de plancha… Y moño chica seria y alta, que a nadie deja indiferente.

Tengo una buena rutina de cremas. Mamá me aconsejó bien.

Cumplo 30

 Más yo que nunca. ¡Guapa! Me como el mundo. Simplemente.

Carola y yo no nos hemos entendido y creo que la distancia es insalvable. Es una egoísta. Ella cree que la egoísta soy yo. Estamos en tablas.

“Que te importe quien te aporte”. He comprado un cuadro con esa cita y lo he puesto en el recibidor de mi pequeño pero coqueto apartamento.

Cumplo 40

Ser cuarentona es antiguo y da vértigo. Ser cuarentañera mola más, pero también da vértigo. Algo se ha desestabilizado en las fechas: entre la que pone en la partida de nacimiento y la que pone en mi móvil hoy.

Cuarenta es la edad de mi madre. Es la edad en la que le regaló papá la tele grande del salón. Cuarenta no es mi edad.

Pero:

-         He llegado aquí con apenas unas líneas de expresión que, eso sí, ya no se van.

-         Mi pelo sigue brillando. Se me cae un poco. Tengo que tomar vitaminas.

-         Sigo pesando 56 kg. Mi gimnasio me cuesta.

-         Tengo vista de lince.

No va mal.

 

Cumplo 50. 

La abuela decía "me lavo con agua clara y Dios pone lo demás". Tenía una piel tan suave, delicada, aterciopelada, sana... Esa piel que he visto en otras "mayores" de mi entorno. La piel de comer bien, de bordar, de cocinar a fuego lento, de trabajar a destajo… pero en paz.

Mi piel, el órgano más grande de mi cuerpo, acusa la evolución de la sociedad: correr a todos lados, exceso de información, exigencias de perfección laboral, disgustos sociales y maltratos de la smart food. Comida rápida, en mi idioma pero los chicos lo dicen así.

Y yo les replico: Mens sana in corpore sano. Y se creen que es una cita de un Youtuber.

He perdido luz. Es así. Brillan menos mi piel, mis ojos, mi pelo... Y quizás brillo yo un poco menos por dentro. Medito. Lo pienso. Valoro.

Cada disgusto de un adolescente se lleva por delante algo de tu belleza, de tu energía. Cada beso, te devuelve la vida.

Mi gente cerca. Una vida llena.

Estoy tan contenta de esta fecha tan redonda, que voy a hacer un pedazo de fiesta para celebrarlo.

Cumplo 60. 

Todo se cae. Se caen los párpados, se caen las comisuras de los labios, se cae el pelo. Me siento como los árboles en otoño pero sin primavera a la vista.

Hoy me encontré con Carola por casualidad. Fue un encuentro muy emocional. El paso de la vida en un instante. Me removió mucho por dentro.

Sigue estando guapísima, porque debe haber recurrido al bótox y al ácido hialurónico. Yo sigo fiel a envejecer "con dignidad" pero ella está estupenda y yo no. 

Aprendí a aceptar esta nueva "yo". Ni mi cuerpo ni mi cara me corresponden. Es complicado estar en la piel de otra persona.

Y mientras echo de menos… una nueva vida en mi familia está por llegar.

Cumplo 70.

Serenidad.

Mis nietos me dicen que soy “la abuela guapa” y eso me halaga. Me sigo pintando el eyeliner, discreto, y me pongo carmín a diario. Discreto, pero cada día. Todos los días.

Hago 4 kilómetros diarios que mi pulserita de andar me marca rigurosamente. Los chicos la llaman “fitbit”. Pobres, no encuentran en el diccionario de la Real Academia de la lengua una palabra mejor.

Los 65 quedaron atrás. Tanto los años como los kilos. No confesaré mi peso ni aunque me maten.

Cumplo 80

Queda menos que queda más.

Sí. Hay abismo.

Mis mejillas se han poblado de arrugas y a mis ojos los ha cubierto un suave velo que los hacen parecer grises. Ahora soy más exótica.

Mi pelo ahora sí que combina con mis ojos. Las canas se hicieron fuertes en su territorio y ganaron la batalla, tiñendo de un “gris seda” al resto de cabellos.

Me miro al espejo y encuentro a la abuela. No a la abuela de mis nietos, no. A mi abuela.

Bebo dos litros de agua al día y hago mucho pis.

 

Cumplo 90

Doy gracias a Dios, el que pone “todo lo demás”, por cumplir 90 años acompañada de mis hijos y mis nietos.  Doy gracias a Dios por darme tanto, tan bueno y malo. Porque puso todo lo demás en mi cara, en mi pelo y en mi corazón, aunque, con el paso de los años, dio igual si tenía los ojos azules, el cabello azabache o los dientes perlados.

Doy gracias porque creía que lo demás era eso y lo demás era lo que verdaderamente contaba:

-         las conversaciones robadas a deshoras

-         las miradas cómplices

-         los proyectos compartidos creados

-         el apoyo ante la dificultad

-         estar incondicionalmente

-         ser uno mismo

 Y esta noche me pondré mi crema para “pieles maduras”. La encontraré, al tacto, encima de mi mesilla de noche.

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