Duele
Duele
Le duelen las caídas corriendo en el parque y le curan las tiritas sin
ninguna duda.
Le duele el pinchazo del practicante en el culete.
Le duele esa aguja que entra sin permiso en el chequeo anual y le duele
aún más tenerse que hacerse ese chequeo anual.
Le duele también la pérdida del primer amor y del segundo y del
tercero. Le duele muchísimo pero no sabe dónde ponerse la tirita. ¿Una venda
solucionará algo?
Le duele una palabra dura precisamente porque es dura y entra en la
piel traspasándola. No se cura ni con escayola.
Duele más y más y, directamente proporcional, aguanta más y más porque
se ha caído en el parque, le han pinchado en el culete y en el brazo y ha perdido amores
en el camino y no quiere que le duela dentro de nuevo. Así que aprieta los dientes
y no llora porque se ha hecho fuerte.
Así que le sigue doliendo y el ibuprofeno ya no funciona.
Le duele ver que a ella también le duele.
Cuando se separa cada fin de semana.
Cuando la ve triste.
Cuando no juega con ella.
Cuando el futuro de ambas se desvanece.
“En el patio hoy un niño me ha pegado y no me gusta”. Que no te duela
mi niña. Te llevo al pediatra a ponerte la vacuna contra el dolor.
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