Porque lo cierto es...






Porque lo cierto es...


Porque lo cierto es... que siempre escribí

Y esto es una verdad como un templo. Porque durante noches de años lo hice y, porque cuando dejé de hacerlo, de alguna manera seguía en mi mente, sin pluma, sin estilográfica, sin boli bic.

En un coche viendo pasear a una guapa chica, inventaba para ella una historia con frases emblemáticas.

En una experiencia inusual redactaba el final o el transcurso, a medida que iba viviendo sin dejar de hacer ni una cosa ni otra.

Enfadada conmigo misma o riéndome porque me recuerdo a Ali McBeal, lo redacto y lo escribo en un cuadro imaginario que no tiene trazos sino palabras.

Y frases lapidarias y contundentes para cada momento.

Y cuando leo escribo. Y cuando imagino, escribo.

Lo cierto es que no dejé nunca de escribir y lo cierto es que nunca fui consciente de lo que lo necesitaba.

Sin talleres literarios. Sin rigor de estilo. Sin cursos de corrección. Con la mera rapidez de una mecanografía bien avanzada y unos pensamientos que van solos y que, como mariposas, revolotean de mi cabeza a mi corazón, pasando por mis dedos y depositándose en mis ojos.

Con el único valor de servirme y, en algunas ocasiones, pensar que podían servir...

Lo cierto es... que siempre escribí. Y lo repito porque así hago en mis escritos. Repito para afianzar, para asegurar que lo dicho queda y que no debo dejar de hacerlo, porque estas mariposas alimentan mi alma y hacen que pase por esta vida dejando algo más que un mero sendero.

Y a partir de ahora...

Porque lo cierto es...

El que conozca el resto ya sabe mucho de mí. El que no... que pregunte, o que investigue.

Adorado abecedario. ¡Cuánto has aportado a mi vida!

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