Bartolo tenía...
Bartolo
tenía...
Tenía
una cebra grey de rayas marrones y blancas casi en peligro de extinción y,
cuando se miraba por el agujero primero de su flauta, se lograba ver una mezcla
entre caballo y cebra común.
Bartolo
tenía también ñus azules con cara de pocos amigos y un exotismo inusual, porque
que tu nombre empiece con "Ñ" debe imprimir carácter sin duda...
Tenía
también gorilas, por llamarles por su nombre original en honor a Dian Fossey.
Por el segundo agujero de su flauta se veía a una mujer entregada a este animal
más hombre que algunos hombres y se veía también a hombres más animales que
algunos animales, esperándole a la vuelta de la esquina con unos cuchillos a
los que ella era ajena.
Por el
tercer agujero de la flauta de Bartolo se podía atisbar, como lo hizo Dian, la
madre gorila y su retoño en actitud de madre e hijo humanos. Imposible pensar
que sólo un cromosoma tengan la culpa de una diferencia apenas imperceptible en
algunos momentos. Su mirada, su afecto, ese impulso de protección a la hora de
ayudar a subir a su cría al árbol... como esa madre sube a su pequeño al
tobogán… Y el abuelo gorila al fondo: con toda esa sabiduría y toda la
templanza; de vuelta de todo; apabullante existencia; desmesurada contundencia.
La
flauta de Bartolo tiene un cuarto agujero y, en lugar de mirar por él, a su través
se oye "hay gente que a menudamente
ve lobos".
Es una
flauta imprevisible: a veces toca bien, otras veces desafina; unas veces es
estridente y en ocasiones toca música celestial; puede componer música
ensordecedora u obras maestras. Es un misterio de flauta.
Y hay
más agujeros en la flauta de Bartolo porque se canta cien veces con diferentes
entonaciones, arreglos, ritmos, improvisación infantil... y desesperación
adulta, reconozcámoslo.
Si te quedan
ganas de mirar por el quinto agujero verás a las rapaces con su misión callada,
sin protagonismo. Limpieza discreta de la naturaleza sin pretensiones, sin
liderazgo. Divas del aire, exhibicionistas aéreas.
Bartolo
deja ver a través del sexto agujero de su flauta leones marinos que aplauden
simpáticos, pequeños payasos del reino animal. Deva y Pas, ríos y animales con
amago de personalidad y con un objetivo en forma de chuche, de pulpo...
“Bartolo tenía una flauta con un agujero solo y a todos daba la
lata con la flauta de Bartolo”. ¡Y que no se cansan! ¿Serán
capaces de llegar a cien?
Será
uno solo, pero como llegaron a ese número infernal, a mí los agujeros de la flauta
se me multiplicaron exponencialmente y me mostraron la naturaleza con todo su
esplendor y toda su majestuosidad. Una flora y una fauna a las que presto,
injustamente, demasiada poca atención.
Me
cautivó.
Cabárceno:
Paraíso Natural.
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