Con alma
Con alma
A veces siento como si las cosas tuvieran alma;
algo más allá de lo que se aprecia. Un no sé qué que si se sabe ver se descubre.
Es necesario estar atento, tener predisposición,
esperar el momento adecuado y ponerle empeño.
Tienen alma las telas. Las ves ahí, expuestas, con sus maravillosos estampados, colores y formas, que en ocasiones dan
ganas de comérselas. Y es que, aunque preciosísimas, permanecen estáticas e inertes.
Apenas hay que darles una oportunidad y te
brindan sin pedírselo sorpresas inimaginables.
Corta de aquí y de allá, junta con esta otra que
contrasta, añádele una puntilla o una cinta o un trozo de biés y ponle siempre
mimo.
Poco a poco esos meros trozos de tela toman
fuerza, brío, personalidad...
Se saben protagonistas y desde la importancia de serlo se descubren, se desvelan, se destapan y se abren
para mostrar lo mejor de sí mismas.
Y he ahí algo que era silente y grita a los
cuatro vientos su hermosura. Un maquillaje de estrella de Hollywood para
realzar la belleza de la más guapa.
A los muebles les pasa algo distinto. El tiempo
ha transcurrido y ha dejado a su paso señas de identidad madura.
Se esconden tras capas de cera, polvo o pinturas
imposibles. Han perdido lustre, juventud, prestancia…
Y mirando desde el juicio (sin pre) decapas,
lijas, limpias y –poco a poco- brota, con una fuerza interior impensable, un
esplendor oculto que premia al restaurador paciente.
Y ahí está… con el último toque de lustre… el
alma de la cómoda, de la coqueta, del velador, del escabel…
Vuelve la ilusión perdida, la juventud marchita,
la utilidad olvidada… y brota, con mucha fuerza, un alma que casi era decadente.
Tienen alma los papeles en blanco… esperando ser
esbozada, contada o cantada. Se sientan, pacientes, a ser descubiertos, a que
saquen lo mejor de ellos.
Todo por escribir, todo por diseñar, todo por
expresar. Un trazo lleva a otro, una palabra a otra, una nota a otra…
El papel se viste de fiesta e invita a otros a
participar en su especial velada.
Y he ahí una partitura, un verso o una obra de
arte. Y ahí… hay alma.
Así, también, son las personas.
Personas que son como telas, a las que se les ve
una belleza latente por bordar.
Personas que son como vitrinas, que piensan y
saben que cualquier tiempo pasado fue mejor pero que, a su vez, tienen la
capacidad de volver a ilusionarse si un esmerado restaurador les quita el polvo
del camino y de la vida.
Y personitas que, de tan tempranas, aún tienen
todo por hacer, todo por escribir, por pintar, por componer… por vivir.
Y las que simplemente son "ellas" y tienen un verdadero
alma.
Pero hay que estar atento, ponerle
predisposición, esperar el momento adecuado y saber verlo. O dejarse ver, si es
que lo llevas dentro….
Tienes alma. Sólo hay que saber mirarte.
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